'Carta sobre Dios' de Einstein, al martillo.
de 1954, en la Universidad de Princeton y estaba dirigida al filósofo Erik Gutkind después de leer el libro de Erik Gutkind "Escoger la vida: la llamada bíblica a la rebelión.
En uno de sus párrafos expresa:
"La palabra Dios para mí no es nada más que la expresión y producto de la debilidad humana, la Biblia una colección de honorables, pero todavía leyendas primitivas que sin embargo son bastante infantiles. Ninguna interpretación, no importa lo sutil que sea, puede (para mí) cambiarlo", escribió el científico nacido en Alemania, que en 1921 recibió el Premio Nobel de Física.
EINSTEIN y SUS MUJERES
"Hace poco que hemos terminado un trabajo muy importante
que hará mundialmente famoso a mi marido".
"Mi gran Albert ha llegado a ser célebre, físico
respetado por los expertos que se entusiasman por él. Trabaja incansablemente
en sus problemas. Puedo decir que sólo para eso vive. Tengo que admitir, no sin
vergüenza, que para él somos secundarios y poco importantes", escribía
Mileva a unos amigos. Einstein a su vez admitía: "Nuestra vida en
común se ha vuelto imposible, hasta deprimente, aunque no sé decir por
qué".
B- Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales.
C- Prometerás explícitamente observar los siguientes puntos cuanto estés en contacto conmigo:
D- Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños, ya sea de palabra o de hecho."
Lo qué pensaba Albert Einstein sobre la religión.
Una carta escrita a mano por el físico un año antes de su muerte, expresando sus puntos de vista sobre la religión.
Conocida como "carta sobre Dios", la correspondencia ofrece percepciones sobre sus pensamientos privados acerca de la religión, Dios y el tribalismo de una de las mentes más brillantes del mundo en la que refleja los pensamientos personales y privados del hombre más inteligente del siglo XX".
La carta tiene una gran relevancia histórica y cultural, fue escrita al final de su vida, después de una vida de aprendizaje y pensamiento; la escribió en alemán, el 3 de enero
de 1954, en la Universidad de Princeton y estaba dirigida al filósofo Erik Gutkind después de leer el libro de Erik Gutkind "Escoger la vida: la llamada bíblica a la rebelión.
En uno de sus párrafos expresa:
"La palabra Dios para mí no es nada más que la expresión y producto de la debilidad humana, la Biblia una colección de honorables, pero todavía leyendas primitivas que sin embargo son bastante infantiles. Ninguna interpretación, no importa lo sutil que sea, puede (para mí) cambiarlo", escribió el científico nacido en Alemania, que en 1921 recibió el Premio Nobel de Física.
EINSTEIN y SUS MUJERES
EINSTEIN
Directora Liliana
Cavani (2008)
SINÓPSIS: Año 1948. Albert Einstein vive en la pequeña
ciudad de Princeton tras haberse exiliado a los Estados Unidos para escapar de
la persecución nazi. Una tarde de otoño, se reencuentra con la que fuera su
primera esposa, Mileva, y juntos rememoran los momentos más importantes de su
vida en común. El amor, el matrimonio, las dificultades económicas de los
primeros años, la consagración a la ciencia, el delicado estado de salud de su
hijo, la separación, el premio Nobel, la guerra, la bomba atómica... Todas las
facetas necesarias para conocer el lado más humano del genio que cambió para
siempre nuestra concepción del espacio, el tiempo y el Universo.
Mileva Maric y Albert Einstein se conocieron en la Universidad
Politécnica de Zürich a finales del siglo XIX. Maric era la única
mujer que estudiaba matemáticas y física en aquella universidad. En 1896
iniciaron una relación sentimental y Einstein estaba fascinado por la intensa
colaboración intelectual que recibía de parte de su compañera serbia. A la
única persona que disgustaba aquella relación era a la madre del genio, una
alemana misógina y xenófoba, que nunca vio con buenos ojos a la
serbia: “Ella es un libro igual que tú, pero lo que tú necesitas es una
mujer. Cuando tengas 30 años, ella será una vieja bruja”.
Mileva Maric y Alberto Einstein a finales del siglo XIX.
Como sea, la pareja estaba flechada porque ambos hablaban el
mismo lenguaje: ella le dio clases de matemáticas (que nunca fueron el fuerte
de Einstein), preparaban juntos sus exámenes y compartían el mismo interés por
la ciencia y por la música. Einstein le escribió en 1900: “Estoy solo con todo
el mundo, salvo contigo. Qué feliz soy por haberte encontrado a ti, alguien
igual a mí en todos los aspectos, tan fuerte y autónoma como yo”.
En 1902, Einstein se trasladó a la ciudad de Berna, Suiza,
donde consiguió empleo en una oficina de patentes. Tras cinco años de
convivencia Albert y Mileva terminaron casándose a comienzos de 1903 y tuvieron
su primer hijo al año siguiente. En sus ratos libres, Einstein desarrolló,
entre otras cosas, la Teoría de la relatividad especial que habría de
revolucionar la física moderna. Los frutos de su trabajo fueron publicados en
1905, en la -en aquel entonces- prestigiosa revista Annalen
der Physik.
Mileva Maric y Albert Einstein |
Cuando se le preguntaba a Mileva por qué no firmaba los
artículos que elaboraba junto a su esposo, su respuesta era: "Wir sind ein
Stein!" (Somos Einstein), que en alemán significa “somos una piedra”.
Esta es más o menos la historia oficial, la que todos
sabemos; pero se puede ahondar un poco más en la vida privada del genio, en sus
inicios y sobre todo, en la relación con su primera esposa.
Aunque Mileva fue una sobresaliente matemática, nunca
terminó formalmente sus estudios, en cambio Albert pudo defender su tesis
doctoral en 1905. Para 1908, Einstein consiguió finalmente un puesto de
profesor en la Universidad
de Berna. En cuanto a Mileva, el matrimonio la obligó a abandonar
definitivamente la universidad y la física.
Existen varias cartas del noviazgo en las que Einstein debate
con ella sus ideas de la relatividad e inclusive se refiere a “nuestra teoría” y
le da un trato de colega. A partir de estas evidencias hay estudiosos que concluyen que
las ideas fundamentales de la teoría de la relatividad fueron de Mileva Maric,
quien no pudo continuar con su carrera puesto que se hizo cargo del cuidado de
los hijos, uno con retraso mental, lo que desde luego le exigió más cuidados
maternales. Incluso ahora se sabe que engendraron una niña en 1902, antes de
casarse, de la cual se sabe muy poco, sólo que la entregaron en
adopción.
Mientras ella cuidaba de sus hijos y renunciaba a la
ciencia, Einstein desde su puesto académico tuvo el tiempo suficiente para
concluir sus estudios y desde luego para desarrollar la teoría, de la que se
sabe ahora, no todo el crédito era suyo. En esa pareja de físicos alguien tenía
que cuidar a los niños, alguien tenía que lavar y preparar la comida; y ése fue
el papel que Einstein y la sociedad patriarcal asignaron a Mileva, quien
subordinó todas sus aspiraciones a los objetivos de su esposo y puso todos sus
conocimientos a su servicio.
Mileva Maric y sus hijos, producto del matrimonio con Albert Einstein. |
Con el paso del tiempo la relación se tornó disfuncional.
Ella ya no le resultaba divertida y tampoco le aportaba nuevas ideas ni
conocimientos. Las “Reglas de conducta” que Albert Einstein le impuso por
escrito en 1914 son una cruda muestra de su autoritarismo y, a su vez, del
machismo y violencia sicológica que ejerció en contra de Mileva:
“A- Te encargarás de que:
1. Mi ropa esté en orden,
2. Que se me sirvan tres comidas regulares
al día en mi habitación,
3. Que mi dormitorio y mi estudio estén
siempre en orden y que mi escritorio no sea tocado por nadie, excepto yo.
B- Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales.
1-En especial no solicitarás que me siente junto a ti
en casa,
2-Que salga o viaje contigo.
C- Prometerás explícitamente observar los siguientes puntos cuanto estés en contacto conmigo:
1. No deberás esperar ninguna muestra de
afecto mía ni me reprocharás por ello,
2. Deberás responder de inmediato cuando te
hable,
3. Deberás abandonar de inmediato el
dormitorio o el estudio y sin protestar cuanto te lo diga.
D- Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños, ya sea de palabra o de hecho."
Con este tipo de imposiciones obviamente que las cosas no
funcionarían nunca, por lo que los Einstein terminaron separándose en 1914.
Einstein volvió a casarse en 1915 con una de sus primas, Elsa Einstein,
quien también era divorciada y tenía dos hijas. Esta nueva relación marital fue
como un necesario soplo de vida para el aún desconocido físico, ya que apenas
un año después y con una inusual lucidez y energía dio a conocer su famosa
Teoría General de la Relatividad.
Elsa Einstein, prima y segunda esposa del genio.
Elsa fue la mujer sumisa que Einstein buscaba. En silencio y
total sumisión supo mantenerse a prudente distancia, dedicada al hogar y
facilitándole el trabajo de investigación. Su doméstica obediencia dio un paso
más cuando aceptó organizarle la agenda y restringirle el número de visitantes
que aspiraban hablar con él, a medida que crecía su fama.
De los hechos se desprende que Einstein nunca necesitó una
esposa sino una secretaria, y que no quiso formar una pareja científica ni
conceder crédito alguno en su teoría a su ex esposa Mileva. Quizá por eso, de
alguna manera le pagó por su aporte, al otorgarle el dinero que ganó por el
Premio Nobel de Física.
Un detalle bastante revelador aportado por la feminista
alemana Senta Trömel-Plözt es que, cuando Albert y Mileva se
separaron oficialmente en 1919, el documento del divorcio incluyó una cláusula
de que, en caso de recibir Einstein algún premio por los artículos publicados
en 1905 en los Annalen der Physik, debía entregárselo íntegramente a
Mileva. ¿Tenía la esperanza Mileva que ese trabajo revolucionaría al mundo?
¿Cómo pudo saberlo si no fue parte del mismo? Fue en los años de su vida
conjunta, hasta 1914, cuando nacieron las obras más importantes de Einstein,
por lo que algunos creen que el papel de su mujer era significativo, sobre todo
en matemáticas, materia en la que alguna vez brilló en su Facultad.
Y fue así que en 1921 Albert Einstein ganó el Nobel de
Física por sus publicaciones de 1905, y un año después le entregó la totalidad
del dinero del premio a su ex-esposa. Y también hay que decirlo: Einstein era
un misógino empedernido. Estaba convencido de que “muy pocas mujeres son
creativas. No enviaría a mi hija a estudiar física. Estoy contento de que mi
segunda mujer no sepa nada de ciencia”. Decía también que “la ciencia agría a
las mujeres”, de ahí la opinión que tenía de Marie Curie:
“nunca ha escuchado cantar a los pájaros”. Aun así, dentro de ese machismo
recalcitrante, fue quien acuñó la célebre frase: “¡Triste época la nuestra! Es
más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.
Mileva vivió hasta el último de sus días en Zúrich, en un
apartamento con vista a la facultad en la que estudiaron juntos. El piso fue
comprado justamente con el dinero del Premio Nobel.
Mileva era extraordinariamente inteligente y educada mujer y su papel en el desarrollo científico de Einstein fue muy importante.
Mileva era extraordinariamente inteligente y educada mujer y su papel en el desarrollo científico de Einstein fue muy importante.
Sirva este pequeño retrato de Mileva Maric como homenaje a
esas miles, millones de abnegadas esposas y madres, que han sacrificado sus
sueños, carreras e ideales, porque el instinto maternal y el amor han sido más
fuertes que el estatus.
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