martes, 11 de septiembre de 2012

ENCUENTRO CERCANO

Colibrí, chupamirto o tzintzuni.


Les narraré, la más bella e impactante experiencia que la naturaleza me tenía reservada. El día domingo, en mi solitaria sesión de yoga al aire libre , precisamente en el momento de haber terminado, escuché adyacente a mi, un raro zumbido, con sumo cuidado levanté la cabeza, alcé la vista y pude ver a este increíble animalito posado en la rama más baja de un enorme árbol, que regularmente me custodia y me cobija con su sombra mientras realizo mis ejercicios.

La sorpresa de verlo tan cercano hizo que me quedara inmóvil, solamente quedé viéndolo de frente; pero mi asombro no podría haber sido mayor, cuando el pequeño colibrí levanto el vuelo y se dirigió hacia mi, juro que me asusté un poco el tenerlo tan próximo, su peculiar zumbido causado por su vertiginoso aleteo, se hizo más intenso y su imágen no pudo haber sido más nítida al posarse en el aíre, - como solo ellos saben hacerlo - a unos veinte centímetros de mi rostro, por no se cuántos segundos o minutos; la emoción se apoderó de mi, solamente éramos él y yo, desde luego que fui yo quien cayó en éxtasis, legándome un profundo agradecimiento y la inmensa alegría de haber estado tan cercano del singular y maravilloso animalito en un ambiente natural y libre.

Seguramente los días lejanos por venir, conservarán el aroma, los colores y el oro de su plumaje que se esparcirán en la eternidad del tiempo, llevando consigo esta pequeña historia de un encuentro cercano.

En México existen 65 variedades del Trochilidae, nombre científico con que se conoce al colibrí, ave que tiene un pico similar a una aguja hipodérmica, y es la más ligera del mundo: pesa 5 gramos en promedio. Son los pájaros más pequeños del planeta y viven en América, desde Alaska hasta Tierra del Fuego.

Los mexicas creían que cuando los guerreros morían en combate sus almas se transformaban en colibríes y acompañaban al Sol desde el amanecer hasta el mediodía. Llamaron a esta ave huitzitzilin (espina), por su pico punzante y porque en la punta de la lengua tiene espinitas con las que ensarta a los insectos y arañitas que le sirven de alimento.

En lengua tarasca se le conoce como Tzintzuni, de hecho, la capital del reino tarasco fue llamada Tzintzuntzan, que quiere decir lugar abundante en colibríes, algunos creen que es una onomatopeya que repite el ruido que hacen estas aves al volar.

Una leyenda de la región tarasca refiere una historia que se asemeja al diluvio universal donde un personaje especie de Noé, llamado Tezpi, logró salvarse del diluvio junto con su familia pues construyó una embarcación donde conservó a varias de las especies de animales. Cuando dejó de llover y las aguas descendieron, envió un curitze (zopilote) para saber si ya había tierra firme, pero el ave no regresó, después soltó a un tzintzuni (colibrí) que volvió con un pétalo de flor, con esto Tezpi pudo desembarcar y poblar nuevamente la Tierra y reconoció al colibrí como el mensajero del Sol.

Los colibríes, se alimentan principalmente de néctar de flores para obtener las calorías que les permiten volar, de esta forma ayudan también en la polinización de las plantas, distribuyendo su polen de flor en flor; las proteínas las obtienen de pequeños insectos. Esta alimentación, rica en energía por ser de azúcares simples, es la que posibilita su estilo de vuelo de gran consumo energético. Para despertar el interés de la hembra, el macho realiza una danza.

Y lo más increíble y lamentable, antaño, el depredador más grande y ambicioso del mundo, les mató por miles a fin de decorar los sombreros femeninos europeos, lo que posiblemente llevó al exterminio de varias especies.

Caminante.