jueves, 12 de julio de 2012

NATURALEZA INVERNAL


El la primavera, las plantas renacen y evidencian la vida en su mayor esplendor;  en el verano los follajes tiernos de la estación anterior alcanzan la madurés, ofreciendo a nuestros sentidos inagotables percepciones de colores, aromas y cantos;  en el otoño se despojan de sus viejas vestiduras para pasar el invierno desnudos y expuestos, solamente para recibir de nuevo la primavera y volver a la plenitud de la vida.  


En la primavera, nuestros sentidos, temperamento, expectativas, actitudes, ideas, etc., se agudizan, nos renovamos y fortalecemos, experimentamos  la mayor alegría y deseos de vivir por siempre;  en el verano, crecemos, equilibramos, valoramos, exponemos, nos manifestamos y compartimos;  en el otoño, maduramos, nos tranquilizamos, analizamos, autocriticamos, pero no nos despojamos de nuestras viejas vestiduras y mucho menos las renovamos; pasamos al inclemente invierno en óptimas condiciones, pero también nos enfermamos, nos deprimimos y hasta renegamos, perdemos la esperanza de renacer con la nueva primavera que nunca más llegará, finalmente, nos redimimos, conformamos y aceptamos.


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