viernes, 19 de octubre de 2012

JUAN DE DIOS PEZA (Fusiles y Muñecas)

Juan de Dios Peza
         (1852-1910)

Nace en 1852 en la ciudad de México Juan de Dios Peza, quien es bendecido con una preclara inteligencia, a la vez que con un medio ambiente propicio para desarrollar todos sus talentos, pues al ingresar en 1869 a la Escuela Nacional Preparatoria inmediatamente se convierte en el alumno predilecto de un gran pensador Mexicano; Ingacio Ramírez, "El Nigromante" Al egresar de ese centro de estudios ingresa a la Escuela de Medicina donde establece gran amistad con otro grande de aquel tiempo; Manuel Acuña. Quien lo llega a estimar al grado de llamarlo "hermano". Peza, fue un hombre liberal, el liberalismo estaba en boga en aquella época, su entusiasmo y apasionamiento por dicho movimiento lo llevo a renunciar a sus estudios para entregarse de lleno al periodismo.
En 1878 es nombrado secretario de la legación de México en España, al lado de Riva Palacio. Y de nuevo su destino lo lleva a unirse a otras grandes luminarias de aquella época pues en Madrid se rodea y sociabiliza con personajes como el politico Castelar, y escritores como Núñez de Arce, Campoamory Selgas.

EL AHUEHUETE
(DE SANTA MARIA DEL TULE, OAXACA)

El Árbol del Tule y/o Sabino (Árbol de iluminación), es el árbol con el diámetro de tronco más grande del mundo. Es un ahuehuete (taxodium mucronatum) que se localiza en el atrio de la  iglesia de Santa  María del Tule, Oaxaca, México, a aproximadamente a 12 km de la capital del estado, Oaxaca de Juárez, sobre la carretera a  Mitla.
¡CON QUE POMPA A LA VISTA
TE PRESENTAS TITAN DE ESTAS RISUEÑAS
SOLEDADES!

SI SACUDEN TU COPA LAS TORMENTAS
SOLLOZAN EN TUS RAMAS LAS EDADES.

¿QUÉ TE PUEDO DECIR?

INSPIRAS TANTO QUE A MI ME BASTA RECOGER
TU NOMBRE Y DARTE MI BAUTISMO COMO CANTO

¡JUNTO A UN ARBOL ASI NADA ES EL HOMBRE!

Fusiles y Muñecas
CUADRO REALISTA

Juan y Margot, dos ángeles hermanos
Que embellecen mi hogar con sus cariños
Se entretienen con juegos tan humanos
Que parecen personas desde niños.

Mientras Juan, de tres años, es soldado
Y monta en una caña endeble y hueca,
Besa Margot con labios de granado
Los labios de cartón de su muñeca.

Lucen los dos sus inocentes galas,
Y alegres sueñan en tan dulces lazos;
El, que cruza sereno entre las balas;
Ella, que arrulla un niño entre sus brazos.

Puesto al hombro el fusil de hoja de lata,
El kepis de papel sobre la frente,
Alienta el niño en su inocencia grata
El orgullo viril de ser valiente.

Quizá piensa, en sus juegos infantiles,
Que en este mundo que su afán recrea,
Son como el suyo todos los fusiles
Con que la torpe humanidad pelea.

Que pesan poco, que sin odios lucen,
Que es igual el más débil el más fuerte,
Y que, si se disparan, no producen
Humo, fragor, consternación y muerte.

¡Oh, misteriosa condición humana!
Siempre lo opuesto buscas en la tierra;
Ya delira Margot por ser anciana,
Y Juan, que vive en paz, ama la guerra.

Mirándoles jugar me aflijo y callo:
¿Cuál será sobre el mundo su fortuna?
Sueña el niño con armas y caballo,
La niña con velar junto a la cuna.

El uno corre de entusiasmo ciego,
La niña arrulla a su muñeca inerme,
Y mientas grita el uno: Fuego! fuego,
La otra murmura triste: Duerme, duerme.

A mi lado ante juegos tan extraños
Concha, la primogénita, me mira:
¡Es toda una persona de ses años
Que charla, que comenta y que suspira!

¿Por qué inclina su lánguida cabeza
Mientras deshoja inquieta algunas flores?
¿Será la que ha heredado mi tristeza?
¿Será la que comprende mis dolores?

Cuando me rindo del dolor al peso,
Cuando la negra duda me avasalla,
Se me cuelga del cuello, me da un beso,
Se le saltan las lágrimas y calla.

Sueltas sus trenzas claras y sedosas,
Y oprimiendo mi mano entre sus manos,
Parece que medita en muchas cosas
Al mirar cómo juegan sus hermanos.

Margot, que canta en madre transformada,
Y arrulla a un hijo que jamás se queja,
Ni tiene que llorar desengañada,
Ni el hijo crece, ni se vuelve vieja.

Y este guerrero audaz de tres abriles
Que ya se finge apuesto caballero,
No logra en sus campañas infantiles
Manchar con sangre y lágrimas su acero.

¡Inocencia! ¡Niñez! ¡Dichosos nombres!
Amo tus goces, busco tus cariños;
Cómo han de ser los sueños de los hombres,
Más dulces que los sueños de los niños!

¡Oh, mis hijos! No quiera la fortuna
Turbar jamás vuestra inocente calma,
No dejéis esa espada ni esa cuna:
¡Cuando son de verdad, matan el alma!


El Nido

Mira ese árbol que a los cielos
sus ramas eleva erguido;
en ellas columpia un nido
en que duermen tres polluelos.

Ese nido es un hogar;
no lo rompas, no lo hieras:
sé bueno y deja a las fieras,
el vil placer de matar.

martes, 16 de octubre de 2012

EL CAÑON DEL SUMIDERO EN CHIAPAS, NATURALEZA PERFECTA.

El Cañón del Sumidero es un estrecho cañón de gran profundidad situado a 5 km de Tuxtla Gutiérrez, capital del Estado de Chiapas. Este cañón se levanta sobre el cauce del río Grijalva, tiene una profundidad de más de 250 metros y atraviesa los estados de Chiapas y Tabasco desembocando en el Golfo de México. La falla geológica se abrió hace aproximadamente doce millones de años en la Sierra Norte de Chiapas. Se cuenta entre las más espectaculares de América, con muros que se elevan casi verticalmente poco más de 1,000 m desde el nivel del agua. El cañón mide cerca de 32 kms de longitud; inicia en Chiapa de Corzo y desemboca en el embalse artificial de la presa hidroeléctrica "Manuel Moreno Torres", conocida popularmente como "Chicoasén".

1948
La eternidad del aire envuelve con invisibles manos, el aroma, los colores y las caprichosas formas sin edad, que conforman este maravilloso espacio que no fue creado para los ojos humanos.


1948
El horizonte es apenas el principio de la profundidad del tiempo y del espacio, del destino y sus pormenores; llegado el momento se esparcirá  en la nada lo que ahora parece infranqueable e indestructible.


1948
Los pequeños detalles solidifican y enfatizan la belleza y valor de las cosas y del pensamiento abstracto, pero también del pensamiento preciso y brillante.


1948
Tan cerca y tan lejos del entorno que nos cuida y da vida, y da sentido a nuestra existencia, el contraste es evidente, delimitado por la irracionalidad y el milagro de la creación.


1948
El viaje que en el tiempo más lejano se iniciara, continúa cercando a la humanidad al rincón más estrecho de su existencia.


1948
La sencilléz y la humildad dan brillo y luz a todo lo que tocan, sin excepción, no hay bueno ni malo, bonito ni feo, solo son lo que son y todo florece a su alrededor.


1948
La vanidad y la ambición no tienen límites, que unidos al engreimiento y la soberbia, son los primeros pasos de conquista y esclavitud.


1948
La contemplación no es suficiente sin la meditación y la reflexión, y desde luego de la acción; no paremos aquí, esto es solo el inicio del camino hacia la verdadera razón de la vida: según mi  percepción, es vivir en armonía y felices con lo que somos y tenemos, y compartir.


1948
Los frutos se dan, sin importar su origen o clase, finalmente cualquiera que este sea, se verá coronado con la estirpe de su raíz.












lunes, 8 de octubre de 2012

ALGO PERSONAL DE ALBERT EINSTEIN

'Carta sobre Dios' de Einstein, al martillo.


Lo qué pensaba Albert Einstein sobre la religión.
Una carta escrita a mano por el físico un año antes de su muerte, expresando sus puntos de vista sobre la religión.
Conocida como "carta sobre Dios", la correspondencia ofrece percepciones sobre sus pensamientos privados acerca de la religión, Dios y el tribalismo de una de las mentes más brillantes del mundo en la que refleja los pensamientos personales y privados del hombre más inteligente del siglo XX".

La carta tiene una gran relevancia histórica y cultural, fue escrita al final de su vida, después de una vida de aprendizaje y pensamiento; la escribió en alemán, el 3 de enero 


 
de 1954, en la Universidad de Princeton y estaba dirigida al filósofo Erik Gutkind después de leer el libro de Erik Gutkind "Escoger la vida: la llamada bíblica a la rebelión.
En uno de sus párrafos expresa:

"La palabra Dios para mí no es nada más que la expresión y producto de la debilidad humana, la Biblia una colección de honorables, pero todavía leyendas primitivas que sin embargo son bastante infantiles. Ninguna interpretación, no importa lo sutil que sea, puede (para mí) cambiarlo", escribió el científico nacido en Alemania, que en 1921 recibió el Premio Nobel de Física.



EINSTEIN y SUS MUJERES

EINSTEIN
Directora Liliana Cavani (2008)
SINÓPSIS: Año 1948. Albert Einstein vive en la pequeña ciudad de Princeton tras haberse exiliado a los Estados Unidos para escapar de la persecución nazi. Una tarde de otoño, se reencuentra con la que fuera su primera esposa, Mileva, y juntos rememoran los momentos más importantes de su vida en común. El amor, el matrimonio, las dificultades económicas de los primeros años, la consagración a la ciencia, el delicado estado de salud de su hijo, la separación, el premio Nobel, la guerra, la bomba atómica... Todas las facetas necesarias para conocer el lado más humano del genio que cambió para siempre nuestra concepción del espacio, el tiempo y el Universo.

Mileva Maric y Albert Einstein se conocieron en la Universidad Politécnica de Zürich a finales del siglo XIX. Maric era la única mujer que estudiaba matemáticas y física en aquella universidad. En 1896 iniciaron una relación sentimental y Einstein estaba fascinado por la intensa colaboración intelectual que recibía de parte de su compañera serbia. A la única persona que disgustaba aquella relación era a la madre del genio, una alemana misógina y xenófoba, que nunca vio con buenos ojos a la serbia: “Ella es un libro igual que tú, pero lo que tú necesitas es una mujer. Cuando tengas 30 años, ella será una vieja bruja”.

Mileva Maric y Alberto Einstein a finales del siglo XIX.
Como sea, la pareja estaba flechada porque ambos hablaban el mismo lenguaje: ella le dio clases de matemáticas (que nunca fueron el fuerte de Einstein), preparaban juntos sus exámenes y compartían el mismo interés por la ciencia y por la música. Einstein le escribió en 1900: “Estoy solo con todo el mundo, salvo contigo. Qué feliz soy por haberte encontrado a ti, alguien igual a mí en todos los aspectos, tan fuerte y autónoma como yo”.
En 1902, Einstein se trasladó a la ciudad de Berna, Suiza, donde consiguió empleo en una oficina de patentes. Tras cinco años de convivencia Albert y Mileva terminaron casándose a comienzos de 1903 y tuvieron su primer hijo al año siguiente. En sus ratos libres, Einstein desarrolló, entre otras cosas, la Teoría de la relatividad especial que habría de revolucionar la física moderna. Los frutos de su trabajo fueron publicados en 1905, en la -en aquel entonces- prestigiosa revista Annalen der Physik.


Mileva Maric y Albert Einstein
"Hace poco que hemos terminado un trabajo muy importante que hará mundialmente famoso a mi marido".
Cuando se le preguntaba a Mileva por qué no firmaba los artículos que elaboraba junto a su esposo, su respuesta era: "Wir sind ein Stein!" (Somos Einstein), que en alemán significa “somos una piedra”.
Esta es más o menos la historia oficial, la que todos sabemos; pero se puede ahondar un poco más en la vida privada del genio, en sus inicios y sobre todo, en la relación con su primera esposa.
Aunque Mileva fue una sobresaliente matemática, nunca terminó formalmente sus estudios, en cambio Albert pudo defender su tesis doctoral en 1905. Para 1908, Einstein consiguió finalmente un puesto de profesor en la Universidad de Berna. En cuanto a Mileva, el matrimonio la obligó a abandonar definitivamente la universidad y la física.
Existen varias cartas del noviazgo en las que Einstein debate con ella sus ideas de la relatividad e inclusive se refiere a “nuestra teoría” y le da un trato de colega. A partir de estas evidencias hay estudiosos que concluyen que las ideas fundamentales de la teoría de la relatividad fueron de Mileva Maric, quien no pudo continuar con su carrera puesto que se hizo cargo del cuidado de los hijos, uno con retraso mental, lo que desde luego le exigió más cuidados maternales. Incluso ahora se sabe que engendraron una niña en 1902, antes de casarse, de la cual se sabe muy poco, sólo que la entregaron en adopción.
Mientras ella cuidaba de sus hijos y renunciaba a la ciencia, Einstein desde su puesto académico tuvo el tiempo suficiente para concluir sus estudios y desde luego para desarrollar la teoría, de la que se sabe ahora, no todo el crédito era suyo. En esa pareja de físicos alguien tenía que cuidar a los niños, alguien tenía que lavar y preparar la comida; y ése fue el papel que Einstein y la sociedad patriarcal asignaron a Mileva, quien subordinó todas sus aspiraciones a los objetivos de su esposo y puso todos sus conocimientos a su servicio.


Mileva Maric y sus hijos, producto del matrimonio con Albert Einstein.
"Mi gran Albert ha llegado a ser célebre, físico respetado por los expertos que se entusiasman por él. Trabaja incansablemente en sus problemas. Puedo decir que sólo para eso vive. Tengo que admitir, no sin vergüenza, que para él somos secundarios y poco importantes", escribía Mileva a unos amigos. Einstein a su vez admitía: "Nuestra vida en común se ha vuelto imposible, hasta deprimente, aunque no sé decir por qué".
Con el paso del tiempo la relación se tornó disfuncional. Ella ya no le resultaba divertida y tampoco le aportaba nuevas ideas ni conocimientos. Las “Reglas de conducta” que Albert Einstein le impuso por escrito en 1914 son una cruda muestra de su autoritarismo y, a su vez, del machismo y violencia sicológica que ejerció en contra de Mileva:


“A- Te encargarás de que:

1.   Mi ropa esté en orden,
2.   Que se me sirvan tres comidas regulares al día en mi habitación,
3.   Que mi dormitorio y mi estudio estén siempre en orden y que mi escritorio no sea tocado por nadie, excepto yo.

B- Renunciarás a tus relaciones personales conmigo, excepto cuando éstas se requieran por apariencias sociales.
  1-En especial no solicitarás que me siente junto a ti en casa,
  2-Que salga o viaje contigo.

C- Prometerás explícitamente observar los siguientes puntos cuanto estés en contacto conmigo:
1.   No deberás esperar ninguna muestra de afecto mía ni me reprocharás por ello,
2.   Deberás responder de inmediato cuando te hable,
3.   Deberás abandonar de inmediato el dormitorio o el estudio y sin protestar cuanto te lo diga.

D- Prometerás no denigrarme a los ojos de los niños, ya sea de palabra o de hecho."
Con este tipo de imposiciones obviamente que las cosas no funcionarían nunca, por lo que los Einstein terminaron separándose en 1914. Einstein volvió a casarse en 1915 con una de sus primas, Elsa Einstein, quien también era divorciada y tenía dos hijas. Esta nueva relación marital fue como un necesario soplo de vida para el aún desconocido físico, ya que apenas un año después y con una inusual lucidez y energía dio a conocer su famosa Teoría General de la Relatividad.

Elsa Einstein, prima y segunda esposa del genio.

Elsa fue la mujer sumisa que Einstein buscaba. En silencio y total sumisión supo mantenerse a prudente distancia, dedicada al hogar y facilitándole el trabajo de investigación. Su doméstica obediencia dio un paso más cuando aceptó organizarle la agenda y restringirle el número de visitantes que aspiraban hablar con él, a medida que crecía su fama.
De los hechos se desprende que Einstein nunca necesitó una esposa sino una secretaria, y que no quiso formar una pareja científica ni conceder crédito alguno en su teoría a su ex esposa Mileva. Quizá por eso, de alguna manera le pagó por su aporte, al otorgarle el dinero que ganó por el Premio Nobel de Física.
Un detalle bastante revelador aportado por la feminista alemana Senta Trömel-Plözt es que, cuando Albert y Mileva se separaron oficialmente en 1919, el documento del divorcio incluyó una cláusula de que, en caso de recibir Einstein algún premio por los artículos publicados en 1905 en los Annalen der Physik, debía entregárselo íntegramente a Mileva. ¿Tenía la esperanza Mileva que ese trabajo revolucionaría al mundo? ¿Cómo pudo saberlo si no fue parte del mismo? Fue en los años de su vida conjunta, hasta 1914, cuando nacieron las obras más importantes de Einstein, por lo que algunos creen que el papel de su mujer era significativo, sobre todo en matemáticas, materia en la que alguna vez brilló en su Facultad.

Y fue así que en 1921 Albert Einstein ganó el Nobel de Física por sus publicaciones de 1905, y un año después le entregó la totalidad del dinero del premio a su ex-esposa. Y también hay que decirlo: Einstein era un misógino empedernido. Estaba convencido de que “muy pocas mujeres son creativas. No enviaría a mi hija a estudiar física. Estoy contento de que mi segunda mujer no sepa nada de ciencia”. Decía también que “la ciencia agría a las mujeres”, de ahí la opinión que tenía de Marie Curie: “nunca ha escuchado cantar a los pájaros”. Aun así, dentro de ese machismo recalcitrante, fue quien acuñó la célebre frase: “¡Triste época la nuestra! Es más fácil desintegrar un átomo que un prejuicio”.
Mileva vivió hasta el último de sus días en Zúrich, en un apartamento con vista a la facultad en la que estudiaron juntos. El piso fue comprado justamente con el dinero del Premio Nobel.


Mileva era extraordinariamente inteligente y educada mujer y su papel en el desarrollo científico de Einstein fue muy importante.

Sirva este pequeño retrato de Mileva Maric como homenaje a esas miles, millones de abnegadas esposas y madres, que han sacrificado sus sueños, carreras e ideales, porque el instinto maternal y el amor han sido más fuertes que el estatus.  





miércoles, 3 de octubre de 2012

LEYENDAS DEL CICLISMO

Octave Lapize
Octave Lapize
Le Tour de France 2013.-  103 años después.
Octave Lapize tenía 29 años cuando cayó en el frente de Verdún el 14 de julio de 1917, el sargento Lapize recibió cinco balazos en el cuerpo mientras pilotaba su avión, que llevaba dibujado un gallo en el fuselaje y un enorme número cuatro, en recuerdo del dorsal que exhibió en 1910, cuando a los 22 años se impuso en el Tour.
Pasó a la historia por convertirse en el primer corredor que coronó el Tourmalet. Aquella fue una gesta impresionante.

La etapa partió de Luchon y llegó a Bayona, tras 326 kilómetros y poco más de 14 horas de pedaleo, al increíble promedio, teniendo en cuenta la época, de 23 kilómetros por hora. Lapize tuvo que hacer parte de las ascensiones al Tourmalet y al Aubisque a pie, ya que no podía mantener el equilibrio por culpa de los enormes pedruscos que entorpecían la ruta.

Al día siguiente de su hazaña había jornada de descanso. Lapize se la pasó en el interior de su habitación con los pies ensangrentados e inflamados. Buscó alivio refrescándolos en una palangana con sales y vinagre. También murieron en la contienda Lucien Petit-Breton, ganador de los Tours de 1907 y 1908, y François Faber, vencedor en la edición de 1909, que se alistó en la Legión Extranjera.

Ganó el Tour de Francia 1910 en el único año que logró terminar la carrera. Entre su palmarés, además de esta victoria, destaca el triunfo en tres ediciones consecutivas de la París-Roubaix, así como cuatro campeonatos nacionales de ruta, tres en categoría profesional y uno en categoría amateur. También obtuvo una medalla de bronce en la prueba de ruta de los Juegos Olímpicos de 1908 y batió el récord de la hora en diversas modalidades.
Le Tour de France 2013
Octave Lapize












Su sordera, cruel desventaja, le impedía comunicarse con los periodistas quienes relataban sus hazañas con detalle pero no podían entrevistarle, ello motivó que fuese excluido del servicio militar en 1907 y que le hubiera evitado ir a la guerra si no hubiera revuelto Roma con Santiago para conseguir ser alistado como vuluntario, con el trágico final que conocemos.
Se trataba de un atleta magníficamente proporcionado, de pequeña estatura (1,65 m) pero con una gran musculatura, una clase y un caracter fuera de lo común.

Henri Desgranges, en “L’Auto” dejó sus impresiones sobre “el Rizitos”, pocos días después de su victoria en la París-Roubaix: tengo antes mis ojos la fotografía de Lapize. Tiene toda la pinta de un gran rodador: la cara enérgica, el maxilar sólido, la mirada fija, el bigote en punta, como conviene a un “corcel” llamado, tras largas horas de padecimientos en la carretera, a lanzar besos a las chicas bonitas, gran caja torácica, las piernas bien asentadas, muslos poderosos y unas manos potentes capaces de doblar todos los manillares del mundo cuando se apoya sobre ellos en las subidas.

OCTAVE LAPIZE Y EL AUBISQUE
Octave Lapize eligió pasar a la historia por mediación de una frase lapidaria.

En 1910 se iba a celebrar la séptima edición de esa exitosa carrera de locos llamada Tour de Francia. Hasta ese momento todas las etapas habían sido prácticamente llanas pero los pocos puertos ascendidos habían congregado a una cantidad enorme de público.

Henry Desgranges, director del Tour y del periódico organizador, l"Auto, reunió en la primavera de ese año a sus colaboradores para decidir nuevos escenarios que aumentasen todavía más el interés por la carrera. Su colaborador y periodista Alphonse Steinès propuso que la carrera cruzara por los Pirineos, en aquella época una zona deshabitada, inhóspita, con carreteras en estado ruinoso y con osos campando a sus anchas por las cimas.

Desgranges se negó en redondo al principio, pero finalmente accedió a condición de que Steinès fuera capaz de recorrer, en coche, todo el recorrido de la futura etapa.

El Peyresourde y el Aspin los pudo atravesar sin problemas y para el Aubisque consiguió un compromiso económico de Desgranges para condicionar la carretera. Los nativos del lugar le avisaron de que se quitara de la cabeza el Tourmalet, completamente impracticable, pero Steinès, testarudo, alquiló un coche con conductor y se propuso cruzar por el collado del Tourmalet, de Sainte Marie de Campan a Barèges.

En primavera, la cima del Tourmalet estaba completamente cubierta por la nieve. El chofer, asustado por el hielo de la carretera, a cuatro kilómetros de la cima se negó a continuar. Steinès no se amilanó y, a pesar de que caía la noche, continuó su camino a pie.

El sol se ponía en el valle cuando, agotado y solo, alcanzaba los 2115 metros del puerto. Sin entretenerse, empezó el descenso hacia Barèges.

En la París-Roubaix
Imaginen el silencio, el crepitar de la nieve que cubre las rodillas, el frío, la sospecha de los osos al acecho, la oscuridad, los barrancos escondidos, el pavor de un parisino perdido a 2.000 metros de altura en un territorio desconocido y salvaje.

Después de unas horas descendiendo a ciegas, muerto de frío y de cansancio, una batida organizada por el chofer lo encontró, desfallecido, cerca de cerca del pueblo de Barèges. Eran las tres de la mañana. Pero Steinès era un loco del Tour.

La mañana siguiente, sin falta, envió un telegrama a Desgranges para ponerle al caso de la situación: Pasado el Tourmalet. Ruta en buen estado. Perfectamente practicable. Steinès.

El 21 de julio de 1910 se disputó la décima etapa del Tour de Francia, Luchon-Bayona de 327km con los puertos del Peyresourde, Aspin, Tourmalet, Aubisque y Osquich.

Octave Lapize, a la postre ganador de ese Tour, atacó como un loco justo después de la salida. A su rueda se llevó a dos corredores, Garrigou y Lafourcade. Los tres fueron subiendo y bajando juntos cada uno de los puertos de ese territorio salvaje y desconocido hasta el pie del terrorífico Aubisque. Ahí Lapize y Garrigou, agotados, se vinieron abajo y no pudieron evitar que Lafourcade les cogiera ventaja.

Dando tumbos, a golpe de riñón y subiendo a pié en muchos tramos, Lapize pudo coronar la cima al borde de la asfixia con catorce minutos de retraso. En la cima había un miembro de la organización controlando el paso de los corredores. Lapize lo miró con odio, tiró la bicicleta al suelo y a grandes zancadas fue a enfrentarse a él. Lo cogió por las solapas, acumuló aire en sus pulmones fatigados y a un palmo de sus narices le escupió: ¡Asesinos, son Uds. unos asesinos! , pero Lapize acabó los 177km de etapa que quedaban.

Se recuperó, cazó a Lafourcade y ganó en Bayona. El resto de corredores fueron llegando en cuentagotas durante horas, en un estado tal que a algunos había que llevar en brazos a los albergues.
Le Tour de France 2013.- C. Froom, líder y ganador potencial.